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FéminAs visita La Saregana, mucho más que una quesería de Asturias

David Salvador

 

Yaiza Rimada transformó el negocio ganadero de su familia en una fábrica de quesos y yogures en 2009 debido al bajo precio de la leche. Con tiempo y trabajo, La Saregana produce los reconocidos como unos de los mejores yogures de Asturias.

En un concejo montañoso de Asturias de poco más de 1.000 habitantes, la familia Rimada ha sido ganadera durante generaciones. Años y años de vivir solo de la leche de la vaca hasta que llegó la nueva generación y en 2009 se replanteó el negocio. ¿Valía la pena seguir trabajando por lo que les pagaban la leche? “Todo se lo quedaba el distribuidor”. Así que decidieron virar. Tampoco mucho. Les tiran las vacas y el monte, y montaron la quesería La Saregana, una pequeña empresa que ocupa unas pocas hectáreas y solo a dos personas. Empezaron Yaiza Rimada y su padre. Ahora lo llevan Yaiza Rimada y su marido. Féminas se desplazó hasta Sariego para conocer la explotación.

En dos buses que hicieron maravillas para no colapsar por esas carreteras estrechas del Principado, la comitiva de FeminAs llegaba por la tarde a Sariego. Allí esperaba la familia Rimada para enseñar “nuestro pequeño negocio”, que empezó elaborando yogures y requesón y ha continuado triunfando con yogures naturales enteros y desnatados, con fresa, con lima-limón, con mandarina y con arándanos, además de quesos (Quesu del Duernu natural, con finas hierbas y Encarnau) y mantequillas tradicionales.

El verbo triunfar es relativo. “No nos haremos ricos. Nos da para vivir los dos, y con eso ya estamos contentos”, razona Rimada. Porque no crecerán por crecer. “Tampoco tendríamos sitio. Además, nos gusta hacerlo a nuestra manera”. A saber: “Toda la oferta es 100% natural y artesana sin ningún tipo de aditivo artificial. Y lo es porque sale de vacas de raza Jersey –que dan menos pero de mayor calidad- que Yaiza insemina y deja parir en libertad. “Las tenemos controladas pero quiero que todo sea lo más natural posible”.

La artesanía sigue en el envasado de los yogures, uno a uno y sin plásticos, y en la distribución, solo a pequeñas tiendas, restaurantes y mercados ecológicos de Gijón (aunque también puede conseguirse en otros puntos gracias a un distribuidor especializado). “No vendo a grandes superficies. Si lo hiciera, me podría pasar lo que pasó con la leche”, razona. Lo bueno y malo de los productos artesanales, Premium y limitados. El lujo del producto de calidad y cercanía.

 

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