Entrevista
“El papel de la mujer es fundamental para entender el pasado y futuro en la gastronomía”
Marián Martínez (Cenador de Amós***) y Amaranta Rodríguez (Culler de Pau**)
Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. “¿Detrás? Eso es machista. Será al lado”. Hablamos de la figura de la mujer en gastronomía con Marián Martínez y Amaranta Rodríguez, directoras y jefas de sala de Cenador de Amós*** y Culler de Pau**. Ah, por cierto, también parejas de los chefs Jesús Sánchez y Javier Olleros.
Marián Martínez y Amaranta Rodríguez son amigas y residentes en el norte peninsular. Alejadas del foco mediático, son las manos -y la cabeza- que guían el destino desde fuera de la cocina de dos de los mejores restaurantes del país, Cenador de Amós*** y Culler de Pau**. Directoras de sus establecimientos y de sus salas, compaginan y sacan tiempo para ser madres y felices parejas de sus respectivos, los chefs titulares de ambos restaurantes, Jesús Sánchez y Javier Olleros. Pero no son las señoras de Sánchez y Olleros; son las señoras Martínez y Rodríguez. Antes de que participen la semana que viene en una mesa redonda en FéminAs, les sacamos confidencias de comedor.
Detrás de un gran hombre…Estamos de acuerdo que es una frase machista, ¿no?
Marián Martínez: La clave para entender el machismo que hay en esta frase, que finge ser un halago, es el uso del “detrás”, que podría haber sido un “al lado”. En cierto modo romantiza el hecho de que haya mujeres realizando una gran labor en favor del éxito de un hombre sin recibir ningún tipo de reconocimiento. De alguna forma es el reflejo del papel secundario que durante mucho tiempo la mujer ocupó en la sociedad. Es una frase que yo misma he escuchado en múltiples ocasiones, dirigida hacia mí como un cumplido. Y aunque sé que siempre se ha hecho desde la mejor de las intenciones, me parece necesario pararnos a reflexionar sobre este tipo de micromachismos para intentar corregirlos y hacerlos desaparecer. La realidad es que detrás de Jesús Sánchez no hay una gran mujer, sino a su lado. Aunque él tenga una posición más pública, ambos estamos detrás, teniendo esta vez “detrás” un significado adecuado. Ambos nos complementamos y aportamos nuestro granito de arena al desarrollo del otro, por lo que el éxito es siempre compartido.
Amaranta Rodríguez: Por supuesto que es machista y, además, a mi parecer, pretende como todos los machismos resaltar que el hombre está por delante. Mucha gente que sabe que yo me encargo de la agenda de Javi y de gestionar las cosas en Culler de Pau siempre me dice esa frase. No sé. No creo que esté detrás de él, al contrario… Es él quien está detrás de mí. Si no se perdería…. Me llama para saber qué tiene que hacer mañana o dentro de una semana, o si puede ir a tal cosa… En fin… (jajaaa). Realmente, al lado de un gran hombre siempre hay una mujer y viceversa.
Entre otras funciones, ambas estáis en sala y vuestra pareja en cocina. Es la fórmula más habitual. ¿Por qué no se ve tanto al revés?
Marián Martínez: Es cierto. Es lo que más abunda pero siempre hay excepciones. Es el debate que tantas veces hemos planteado de la presencia de la mujer en las cocinas profesionales. Afortunadamente, cada vez son más las mujeres que se dedican a la cocina profesional. Me vienen a la cabeza algunos nombres, y seguro que hay muchos más: Hélène Darroze, Fina Puigdevall, Susi Díaz, Carme Ruscalleda… Cocineras que comparten con sus parejas en sala proyectos en el mundo de la restauración.
Amaranta Rodríguez: Hay sitios donde no es así. Por ejemplo en D´Berto, en O Grove, a tres minutos de mi casa, y un templo del marisco, Berto está en la sala y Marisol, su hermana, es la que cocina. Y hay muchos más que no son ni tan siquiera conocidos, muchos restaurantes donde matrimonios y familias abren una taberna o un restaurante y la mujer está en la cocina y el marido es el que atiende en la barra o el comedor. El primer restaurante en el que entres en O Grove seguro que sigue ese patrón.
¿Se resiente la relación de pareja trabajando juntos?
Marián Martínez: Conciliar trabajo y convivencia con la misma persona es en muchas ocasiones todo un desafío. Nosotros llevamos haciéndolo durante casi 30 años. Y volvería a repetir de nuevo.
Amaranta Rodríguez: No, para nada. En nuestro caso por lo menos la ha reforzado. Yo trabajaba en una oficina con un horario de 9 a 18h de lunes a viernes cuando abrimos Culler de Pau. Al principio yo conservaba mi trabajo y le ayudaba en lo que podía. Era un suplicio. Él descansaba los martes y yo, los sábados y domingos, que era cuando más trabajo teníamos. Desde que trabajamos juntos nos entendemos mucho más. Es verdad que hablamos mucho de trabajo pero nuestro oficio es intenso, abarca muchas horas y diferentes aspectos. Para mí es vital descargar con él los temas laborales. Vamos de la mano, necesito su apoyo. Javi sabe muchísimo, me encanta hablar con él. Es una persona muy reflexiva e imparcial. Yo le doy muchas vueltas a las cosas y él me ayuda a apaciguar…
Desde tu posición, ¿cómo ves la situación de la mujer en la gastronomía?
Marián Martínez: Va mejorando a base de pico y pala. Lo que veo es cada vez más alumnas en las escuelas de cocina y sala, y eso es el futuro. Ellas recogerán el legado, y estoy segura de que en un futuro próximo cambiarán muchas cosas y se conseguirán superar ciertas barreras que otras generaciones han encontrado. Esto me da esperanza de que puedan llegar a conseguirlo y empecemos a oír nombres femeninos al hablar de chefs de éxito.
Amaranta Rodríguez: El papel de la mujer en mi tierra es fundamental para entender el pasado y el futuro en la gastronomía. Las mujeres aquí siempre trabajaron en las fábricas de conservas, mariscando, muchas en las bateas, en general en todo el sector primario. Ahí tenemos mucha gastronomía. Pero sí que creo que estamos en un momento en el que se está poniendo de manera impuesta la presencia de la mujer y eso no me gusta. Es evidente que cada vez más profesionales femeninas llenan las salas y cocinas de los restaurantes. En las escuelas no había hace dos años tantas mujeres como hoy. Nosotros, en Culler, de manera natural este año hemos conseguido ser en sala tantas mujeres como hombres. Me pone los pelos de punta ver, por ejemplo, cómo Lara maneja la partida y cómo su voz de mando llena la cocina. Es contundente y organizada… Me flipa. O cómo Ana, la jefa de sala, tiene esa capacidad de trabajo impresionante, disciplinada, seria y resolutiva. Creo que esto último es algo que nos diferencia a las mujeres.
Participas en FéminAs, un congreso de gastronomía, mujer y entorno rural. Cumples las tres características. ¿Qué te parece el congreso? ¿Cómo se vive fuera de una gran ciudad?
Marián Martínez: Este congreso me parece un escenario perfecto para conseguir avanzar y reivindicar el valor añadido que supone estar en un entorno rural, que sea visto como una fortaleza y no como una opción de visitar el fin de semana. Yo solo puedo hablar de mi experiencia personal: estar en un pueblecito de 300 habitantes como Villaverde de Pontones ha supuesto para nosotros un proyecto compartido en pareja, que ha logrado dar sentido a nuestro trabajo para encontrar nuestro propósito en la vida. Fuera de la ciudad se vive de manera más pausada. Te da la oportunidad de detenerte a mirar la naturaleza con otros ojos, estar en contacto con los productores locales, tener huerto propio… Somos la primera comunidad solar en el sector gastronómico, y compartiremos la energía generada con los vecinos que se encuentren a menos de 500 metros (que verán reducida su factura de luz en un 20%).
Me encanta sentir el cambio de las estaciones. Me siento afortunada de todo lo que tengo y doy cada día gracias por ello. Me sigo apasionando con lo que hago y veo la belleza de mi trabajo, aunque no hay duda de que conciliar la vida familiar sigue siendo un desafío. Echo de menos pasar más tiempo con mis hijas…
Amaranta Rodríguez: No lo cambio por nada. Es maravilloso levantarse cada mañana y ver el campo lleno de rocío y el mar al fondo. Vivimos encima del restaurante, a las afueras de un pueblo de 11.000 habitantes y soy feliz aquí. Donde crecí y donde veo crecer a mis hijos. Me da mucha seguridad ver que mis hijos pueden salir solos a la calle a jugar con total tranquilidad. Solo vas de vez en cuando a echar un ojo para ver que está todo bien. Tenemos la gran suerte que viajamos bastante, y eso consigue también un equilibrio que nos permite sobrellevar el ruralismo… Pero piensa que realmente nosotros vivimos donde todo el mundo quiere vivir en vacaciones o cuando se retire….
Si la gastronomía no se hubiera cruzado en tu camino serías…
Marián Martínez: Pues seguramente me hubiera gustado estudiar Psicología. De hecho, mi hija pequeña, Marina, está estudiando esa carrera, lo cual me llena de orgullo. Me veo reflejada en ella y en su inquietud.
Amaranta Rodríguez: Sería Amaranta Rodríguez. Trabajaría en una oficina de 9 a 18h, iría al parque con mis hijos todas las tardes, después de la cena me vería una seria en la tele, saldría a cenar con mis amigos los fines de semana y de copas y los domingos sería una amargura por tener que afrontar el lunes con fuerza. Me siento muy afortunada de trabajar en Culler de Pau. Soy feliz todos los días de la semana y soy muy afortunada por trabajar con mi pareja y formar la mitad de un círculo que es blanco y negro. Y que rueda hasta el infinito.
Marián Martínez y Amaranta Rodríguez son amigas y residentes en el norte peninsular. Alejadas del foco mediático, son las manos -y la cabeza- que guían el destino desde fuera de la cocina de dos de los mejores restaurantes del país, Cenador de Amós*** y Culler de Pau**. Directoras de sus establecimientos y de sus salas, compaginan y sacan tiempo para ser madres y felices parejas de sus respectivos, los chefs titulares de ambos restaurantes, Jesús Sánchez y Javier Olleros. Pero no son las señoras de Sánchez y Olleros; son las señoras Martínez y Rodríguez. Antes de que participen la semana que viene en una mesa redonda en FéminAs, les sacamos confidencias de comedor.
Detrás de un gran hombre…Estamos de acuerdo que es una frase machista, ¿no?
Marián Martínez: La clave para entender el machismo que hay en esta frase, que finge ser un halago, es el uso del “detrás”, que podría haber sido un “al lado”. En cierto modo romantiza el hecho de que haya mujeres realizando una gran labor en favor del éxito de un hombre sin recibir ningún tipo de reconocimiento. De alguna forma es el reflejo del papel secundario que durante mucho tiempo la mujer ocupó en la sociedad. Es una frase que yo misma he escuchado en múltiples ocasiones, dirigida hacia mí como un cumplido. Y aunque sé que siempre se ha hecho desde la mejor de las intenciones, me parece necesario pararnos a reflexionar sobre este tipo de micromachismos para intentar corregirlos y hacerlos desaparecer. La realidad es que detrás de Jesús Sánchez no hay una gran mujer, sino a su lado. Aunque él tenga una posición más pública, ambos estamos detrás, teniendo esta vez “detrás” un significado adecuado. Ambos nos complementamos y aportamos nuestro granito de arena al desarrollo del otro, por lo que el éxito es siempre compartido.
Amaranta Rodríguez: Por supuesto que es machista y, además, a mi parecer, pretende como todos los machismos resaltar que el hombre está por delante. Mucha gente que sabe que yo me encargo de la agenda de Javi y de gestionar las cosas en Culler de Pau siempre me dice esa frase. No sé. No creo que esté detrás de él, al contrario… Es él quien está detrás de mí. Si no se perdería…. Me llama para saber qué tiene que hacer mañana o dentro de una semana, o si puede ir a tal cosa… En fin… (jajaaa). Realmente, al lado de un gran hombre siempre hay una mujer y viceversa.
Entre otras funciones, ambas estáis en sala y vuestra pareja en cocina. Es la fórmula más habitual. ¿Por qué no se ve tanto al revés?
Marián Martínez: Es cierto. Es lo que más abunda pero siempre hay excepciones. Es el debate que tantas veces hemos planteado de la presencia de la mujer en las cocinas profesionales. Afortunadamente, cada vez son más las mujeres que se dedican a la cocina profesional. Me vienen a la cabeza algunos nombres, y seguro que hay muchos más: Hélène Darroze, Fina Puigdevall, Susi Díaz, Carme Ruscalleda… Cocineras que comparten con sus parejas en sala proyectos en el mundo de la restauración.
Amaranta Rodríguez: Hay sitios donde no es así. Por ejemplo en D´Berto, en O Grove, a tres minutos de mi casa, y un templo del marisco, Berto está en la sala y Marisol, su hermana, es la que cocina. Y hay muchos más que no son ni tan siquiera conocidos, muchos restaurantes donde matrimonios y familias abren una taberna o un restaurante y la mujer está en la cocina y el marido es el que atiende en la barra o el comedor. El primer restaurante en el que entres en O Grove seguro que sigue ese patrón.
¿Se resiente la relación de pareja trabajando juntos?
Marián Martínez: Conciliar trabajo y convivencia con la misma persona es en muchas ocasiones todo un desafío. Nosotros llevamos haciéndolo durante casi 30 años. Y volvería a repetir de nuevo.
Amaranta Rodríguez: No, para nada. En nuestro caso por lo menos la ha reforzado. Yo trabajaba en una oficina con un horario de 9 a 18h de lunes a viernes cuando abrimos Culler de Pau. Al principio yo conservaba mi trabajo y le ayudaba en lo que podía. Era un suplicio. Él descansaba los martes y yo, los sábados y domingos, que era cuando más trabajo teníamos. Desde que trabajamos juntos nos entendemos mucho más. Es verdad que hablamos mucho de trabajo pero nuestro oficio es intenso, abarca muchas horas y diferentes aspectos. Para mí es vital descargar con él los temas laborales. Vamos de la mano, necesito su apoyo. Javi sabe muchísimo, me encanta hablar con él. Es una persona muy reflexiva e imparcial. Yo le doy muchas vueltas a las cosas y él me ayuda a apaciguar…
Desde tu posición, ¿cómo ves la situación de la mujer en la gastronomía?
Marián Martínez: Va mejorando a base de pico y pala. Lo que veo es cada vez más alumnas en las escuelas de cocina y sala, y eso es el futuro. Ellas recogerán el legado, y estoy segura de que en un futuro próximo cambiarán muchas cosas y se conseguirán superar ciertas barreras que otras generaciones han encontrado. Esto me da esperanza de que puedan llegar a conseguirlo y empecemos a oír nombres femeninos al hablar de chefs de éxito.
Amaranta Rodríguez: El papel de la mujer en mi tierra es fundamental para entender el pasado y el futuro en la gastronomía. Las mujeres aquí siempre trabajaron en las fábricas de conservas, mariscando, muchas en las bateas, en general en todo el sector primario. Ahí tenemos mucha gastronomía. Pero sí que creo que estamos en un momento en el que se está poniendo de manera impuesta la presencia de la mujer y eso no me gusta. Es evidente que cada vez más profesionales femeninas llenan las salas y cocinas de los restaurantes. En las escuelas no había hace dos años tantas mujeres como hoy. Nosotros, en Culler, de manera natural este año hemos conseguido ser en sala tantas mujeres como hombres. Me pone los pelos de punta ver, por ejemplo, cómo Lara maneja la partida y cómo su voz de mando llena la cocina. Es contundente y organizada… Me flipa. O cómo Ana, la jefa de sala, tiene esa capacidad de trabajo impresionante, disciplinada, seria y resolutiva. Creo que esto último es algo que nos diferencia a las mujeres.
Participas en FéminAs, un congreso de gastronomía, mujer y entorno rural. Cumples las tres características. ¿Qué te parece el congreso? ¿Cómo se vive fuera de una gran ciudad?
Marián Martínez: Este congreso me parece un escenario perfecto para conseguir avanzar y reivindicar el valor añadido que supone estar en un entorno rural, que sea visto como una fortaleza y no como una opción de visitar el fin de semana. Yo solo puedo hablar de mi experiencia personal: estar en un pueblecito de 300 habitantes como Villaverde de Pontones ha supuesto para nosotros un proyecto compartido en pareja, que ha logrado dar sentido a nuestro trabajo para encontrar nuestro propósito en la vida. Fuera de la ciudad se vive de manera más pausada. Te da la oportunidad de detenerte a mirar la naturaleza con otros ojos, estar en contacto con los productores locales, tener huerto propio… Somos la primera comunidad solar en el sector gastronómico, y compartiremos la energía generada con los vecinos que se encuentren a menos de 500 metros (que verán reducida su factura de luz en un 20%).
Me encanta sentir el cambio de las estaciones. Me siento afortunada de todo lo que tengo y doy cada día gracias por ello. Me sigo apasionando con lo que hago y veo la belleza de mi trabajo, aunque no hay duda de que conciliar la vida familiar sigue siendo un desafío. Echo de menos pasar más tiempo con mis hijas…
Amaranta Rodríguez: No lo cambio por nada. Es maravilloso levantarse cada mañana y ver el campo lleno de rocío y el mar al fondo. Vivimos encima del restaurante, a las afueras de un pueblo de 11.000 habitantes y soy feliz aquí. Donde crecí y donde veo crecer a mis hijos. Me da mucha seguridad ver que mis hijos pueden salir solos a la calle a jugar con total tranquilidad. Solo vas de vez en cuando a echar un ojo para ver que está todo bien. Tenemos la gran suerte que viajamos bastante, y eso consigue también un equilibrio que nos permite sobrellevar el ruralismo… Pero piensa que realmente nosotros vivimos donde todo el mundo quiere vivir en vacaciones o cuando se retire….
Si la gastronomía no se hubiera cruzado en tu camino serías…
Marián Martínez: Pues seguramente me hubiera gustado estudiar Psicología. De hecho, mi hija pequeña, Marina, está estudiando esa carrera, lo cual me llena de orgullo. Me veo reflejada en ella y en su inquietud.
Amaranta Rodríguez: Sería Amaranta Rodríguez. Trabajaría en una oficina de 9 a 18h, iría al parque con mis hijos todas las tardes, después de la cena me vería una seria en la tele, saldría a cenar con mis amigos los fines de semana y de copas y los domingos sería una amargura por tener que afrontar el lunes con fuerza. Me siento muy afortunada de trabajar en Culler de Pau. Soy feliz todos los días de la semana y soy muy afortunada por trabajar con mi pareja y formar la mitad de un círculo que es blanco y negro. Y que rueda hasta el infinito.