Congreso Internacional de mujeres gastronomía y medio rural
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Entrevista

Narda Lepes “Contrato a mujeres mayores de 60 para la sala porque dan mejor conversación que un veinteañero”

Guillermo Elejabeitia

 

La cocinera y presentadora argentina participa del 13 al 15 de septiembre en FéminAS.

Puede que algunos no la conozcan, pero Narda Lepes es toda una celebridad en América Latina. La cocinera y presentadora argentina es una de las figuras internacionales que pasarán por Asturias del 13 al 15 de septiembre para participar en la primera edición de FéminAS, el congreso gastronómico dedicado a abordar el papel de las mujeres, especialmente las del medio rural, en la transmisión de la memoria culinaria. Una cita a la que la mejor chef latinoamericana del año según 50Best llega dispuesta a “escuchar y aprender”.

-¿Qué puede aprender una mujer urbanita, viajada y famosa de las cocineras rurales?

Humanamente, infinitas cosas. Yo me paso la vida de aquí para allá, pero no tengo la experiencia que una adquiere cuando lleva toda la vida haciendo lo mismo en el mismo lugar. Eso te da una visión de las cosas que son permanentes y las que son fugaces. La sociedad da más valor a la velocidad o a la exposición, pero creo que ambos modelos de vida son valiosos. Recuerdo un viaje a Marruecos en el que terminé cocinando con la abuela de un chef, no hablábamos el mismo idioma, pero nos entendimos a través de la comida y fue toda una experiencia.

-¿Cuáles son sus raíces culinarias? ¿Cómo, cuándo, y con quién se despertó tu vocación de cocinera?

Toda mi familia come muy rico. Mi mamá y mis abuelas cocinaban muy bien, una de ellas tenía orígenes catalanes. Mis padres eran un poco hippies, viajábamos mucho, y me acostumbre a probar cosas desde muy pequeña. Al ir creciendo me di cuenta de que no toda la comida era tan rica y empecé a cocinar para comer cada vez mejor. No tuve una epifanía y les dije a mis padres 'quiero ser cocinera', las cosas fueron surgiendo de forma natural.

-A los 20 años se fue a París para aprender en la cuna de la gastronomía, ¿cómo recuerda aquellos años de formación?

Allí aprendí a trabajar, a meter horas y lo importante que es un jefe que sepa cómo armar bien un equipo. Eran mediados de los años 90 y yo era generalmente la única mujer en la cocina. Me tocó soportar todos los chistes, pero yo nunca he sido de las que se queda callada.

-Ha dicho “mil veces me tocaron el culo en las cocinas”. ¿Se sintió acosada?

Por mi carácter si me tocan el culo me doy la vuelta y contesto, pero aquello no me traumatizó. Mi mamá es una mujer muy contestataria y me dio herramientas para no aceptar esas situaciones, pero no todas las mujeres son así y en la cocina debe haber un clima de respeto. Lo que más me molesta son las situaciones en las que un hombre se ha llevado el crédito por algo que yo he hecho, eso me ha pasado mucho. Es frustrante y agotador.

-Lleva 20 años haciendo televisión en Argentina, ¿cómo ha influido en su oficio el hecho de ser una celebridad?

- He tratado de mantener siempre otros intereses en la vida y seguir cocinando porque me gusta. Hubo una época en la que pasaba el día en la tele y cuando llegaba al restaurante estaba todo preparado, eso te genera malas costumbres, ¡ahora solo cocino cuando alguien pica la cebolla! Pero la fama también me ha dado oportunidades, como trabajar en la industria alimentaria. Al principio me llamaban para vender la mayonesa, pero yo les decía que lo que quería era trabajar para hacerla mejor. Me asombra que las decisiones de la industria a veces se tomen por gente totalmente desconectada de la cocina.

-En televisión trata de promover un estilo de vida saludable. Defina comida sana.

Trato de huir de palabras como sano, saludable o sostenible, porque están tan trilladas que han perdido su significado. Mi lema es comer bien y comer digno. Hay cosas que te parecen ricas porque llevan productos químicos que estimulan el cerebro. Comer rico es no comer cosas vacías, falsas, pero también implica riqueza para el productor. En cuanto a lo digno, no solo depende de una decisión personal, también corresponde a la administración. Si en una comunidad apenas hay agua potable no puede haber una alimentación digna.

-Cuestiona el protagonismo de la carne en un país como Argentina, ¿le ha traído problemas?

El problema no es comer asado una vez al mes, es hacerlo dos veces por semana e ingerir casi 800 gramos de carne por persona. Es un delirio, no tiene sentido. No estoy en contra de matar un animal y hacer morcillas artesanas, me parece mal la escala a la que se produce carne para alimentar un consumo desmedido. Pero en mis mensajes siempre intento no polarizar. Si dices que no hay que comer carne nunca, siempre saldrá alguien a defender lo contrario. ¿Qué tal si comemos todos un poquito menos de carne o un poquito menos de azúcar? Mi objetivo es hacer pensar, pero sin adoctrinar.

-En su restaurante Narda Comedor solo contrata a mujeres mayores de 60 para la sala ¿Qué aportan ellas que no pueda ofrecer un veinteañero?

Conversación, experiencia, lo que saben de la vida, cómo te hablan. Todo empezó trabajando con mi tía en un programa de televisión. Ahí me di cuenta de la energía que tenían las mujeres como ella, las ganas que tenían de salir de su casa, lo vitales que son y las pocas oportunidades que les ofrecen. Quizá no sepan abrir un vino, pero a eso les puedo enseñar. Todas las carencias de servicio protocolario las suplen con carácter y personalidad. 

 

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